Los enemigos de la perseverancia son:
Pereza,
abandono, negligencia, despreocupación, desidia, desinterés, dejadez,
titubeo, indeterminación, inconstancia, molicie o blandura, desaliento,
ausencia de metas claras etc. La terquedad, al obstinarse en no ceder o
cambiar la decisión, cuando lo razonable sea hacerlo.
Si no se practica la virtud de la perseverancia
,
será muy difícil cumplir los objetivos propuestos, para cualquiera de
las actividades personales, económicas, sociales o profesionales, por
mucho que se hayan estudiado, programado y establecidos controles de
seguimiento. Empezar a circular por la avenida propuesta, ya es difícil,
continuar en ella manteniéndose hasta el final propuesto, es mucho más
todavía. En esa avenida suelen salir otros senderos, que parecen atajos
muy tentadores, cuyo objetivo es alejarnos de la avenida principal. Ahí
es donde entra la práctica de la virtud de la perseverancia y las otras
virtudes que la soportan.
El verdadero problema para no perseverar,
en el cumplimiento de las metas elegidas, empieza cuando se asume que el problema de perseverar,
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